
Hay quienes
no pueden estar 2 semanas sin alguien al lado, otros donde me incluyo que el
simple hecho de perturbar la armoniosa paz que nos da el estar solos, nos
aterra, y otros que simplemente siguen una relación por el hecho de mantener
una imagen ante la sociedad.
Cabe la
pregunta, si nacemos solos (salvo los gemelos y siameses), y al morir cruzamos
ese umbral solos, porque razón generamos tanto apego, a veces enfermizo, a una
persona que a fin de cuentas nadie más que tu decidiste que estuviera presente
en tu vida, y tú mismo eres el responsable de la decisión de si continua o no
formando parte de ella. Porque esa dependencia, más que apego, a estar atado a
una persona por el simple temor a estar solos, o por el simple hecho de que la
sociedad actual exige que nadie debe estar solo en un determinado momento de la
vida. Otras veces el viejo cliché de “formar una familia”, o más aun “crecer al
lado de alguien” se vuelve tan imperante en la vida de las personas que los
empuja a tomar las peores decisiones de sus vidas por el simple hecho de
complacer a alguien o por sucumbir ante las presiones sociales y familiares,
perdiendo en todos los niveles su capacidad de decisión. Bien es cierto, llegan
momentos y días en que a muchos la soledad nos pega, hace falta ese alguien que
te reciba, con quien compartas determinados momentos de tu vida, pero estoy
seguro que muchos no cambiarían la paz mental por un vida al lado de un completo
desconocido que poco a poco irán generando adaptación mutua, quien sabe si para
bien.
La soledad,
independencia emocional, egoísmo sentimental, como gusten llamarlo, genera una sensación
tan ambigua, ambivalente en cierto modo, que gran parte del tiempo te da una
paz mental que nada ni nadie en este mundo te lo daría, pero en otros momentos
la ansiedad que te genera es incontrolable; y es donde entra en juego la tesis
que propongo, será que muchos nos hemos vuelto, seres con un gran egoísmo emocional,
y con un gran miedo a compartir nuestra vida y logros con perfectos extraños?,
hasta que punto podemos ser tolerantes con nuestra soledad y desde que punto
empieza a quebrarse ese muro de hielo que tanto nos bloquea, y que en ocasiones
nos hace tomar las decisiones más erradas de nuestras vidas, por solo tapar el
sol con un dedo, llenando un vacio de la peor manera.
Solo queda
esperar, y dejar las aguas correr, lo que tiene que ser será, lo que tenga que
llegar llegara tarde o temprano, y si no llega, hay miles de vías compensatorias
que satisfacen nuestras vidas sin tener una dependencia muchas veces patológica
a una persona.